Retablo de la Virgen de la Piedad

Asociación Cultural por el Patrimonio de Marchena

Retablo de madera estofada y policromada, barroco, de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Consta de banco, cuerpo, tres calles y ático. Se aprecian cuatro estilos diferentes. El primero, de mediados del siglo XVII, corresponde a las calles laterales; el segundo, de finales del siglo XVII, corresponde a la mayor parte del retablo; el tercero, del último cuarto del siglo XVIII, limitado al camarín realizado a base de espejos y rocalla; el cuarto, de menor calidad artística, se corresponde con la mesa de altar y el banco. Las columnas salomónicas de orden gigantes, las hendiduras ovales de las columnas, las formas de resolver las cornisas, la colocación de flameros en los remates, los ángeles atlante, etc., se pone en relación con el quehacer de arquitectos de retablos como Cristóbal de Guadix o Juan de Oviedo.

El banco, formado por una tosca hornacina, guarda un Niño Jesús del siglo XVIII, en madera policromada, con ojos de cristal. A ambos lados relieves de san Juan evangelista y san Mateo, en madera policromada, de la segunda mitad o finales del siglo XVI, reaprovechados de otro retablo.

En la parte central del retablo se encuentra la gran hornacina, flanqueada por dos parejas de columnas salomónicas de diferente tamaño y decoración floral. Dentro de ella, imagen de candelero de la Virgen de la Piedad, de finales del siglo XVII. La imagen de la Virgen de la Piedad ya era de candelero a principios del siglo XVIII, aparece sin lágrimas y con corona imperial de plata sobredorada realizada por el platero Rojas. Posteriormente, debió producirse cambios iconográficos. Sebastián Ramírez sugiere que la actual imagen pudo haber sido adquirida a finales del siglo XIX o principios del XX al escultor valenciano José Tena que también esculpió la imagen de San Juan en 1904.

En los laterales, San Rafael y San Gabriel, en madera policromada y estofada, cercanos al taller de Roldán. En ellos se aprecian las formas de Duque Cornejo en los pliegues, el tratamiento de los paños, las formas blandas de la cabellera de los ángeles y los rasgos femeninos de sus rostros.

En el ático hay una hornacina, entre pilastras, que contiene una escultura de san José con el Niño en brazos. Tras él, un escudo con las cinco cruces de Jerusalén. A uno y otro lado de las pilastras, dos ángeles atlantes sostienen la cornisa. Al mismo nivel que los ángeles atlantes y a eje con las grandes columnas salomónicas, dos flameros rematan el retablo.