Retablo de las ánimas

Asociación Cultural por el Patrimonio de Marchena

Retablo en madera dorada y policromada, con banco, cuerpo, tres calles y ático, decorado con rocallas y muchos ángeles.

Es de estilo rococó, del último tercio del siglo XVIII. De autor anónimo aunque guarda relación con los retablos del Cautivo y de la Virgen de la Rosa de la iglesia de San Pedro, de Carmona, realizados por Tomás Guisado, el joven.

Los elementos sustentantes del retablo son dos estípites que contrastan con las pilastras serpenteantes del camerín del Cristo. El cuerpo principal tiene una gran hornacina donde se sitúa el Crucificado sobre las Ánimas representadas por un obispo, un rey, un campesino y un fraile. El crucificado no está proporcionado en relación a la gran hornacina. Ello hace suponer que el retablo no fue construido para esa imagen.

En las calles laterales, y sobre unas pequeñas repisas – hornacinas, esculturas en madera policromada y estofada de santa Teresa y santo Tomás de Aquino, ambos del siglo XVIII. A principios del siglo XX estas repisas estaban ocupadas por esculturas de san Antonio y san Juan Nepomuceno.

El ático, repleto de ángeles que cabalgan por las cornisas, está presidido por un gran medallón con un relieve de la Virgen del Carmen rematado por un escudo del Carmelo y a los lados dos cartelas con las leyendas “La esperanza que se demora es tormento del alma; “No me entregaste en manos del enemigo, pusiste mis pies en lugar espacioso”.

El espacio donde se encuentra este retablo se cubrió con bóveda vaída. Las pinturas murales ofrecen el tema de las postrimerías reflejado en motivos como las calaveras con guadaña, o las piras funerarias con ánimas ardiendo en el fuego eterno. Las cartelas, formadas a base de rocallas, presentan decoración vegetal con versículos bíblicos. Traducidos dicen: “Oh vosotros mis amigos, tened misericordia de mi, tened misericordia de mi”; “¿Por qué te olvidas de mi?”; “Sácame de mis tribulaciones”; “Ni siquiera a los muertos rehúses tu gracia”. Se desconoce la autoría de estas pinturas, pero pudieron ser obra de un grupo de pintores y doradores que había por esa fecha en Marchena.

Tanto el retablo como el espacio en el que se encuentra perteneció a la Hermandad de Ánimas Benditas, fundada en noviembre de 1660. El retablo oculta algunos de los motivos decorativos de la bóveda así como una gran cenefa, lo que hace suponer que el retablo pudo proceder de otro lugar.