Artistas marcheneros que triunfaron fuera II

Asociación Cultural por el Patrimonio de Marchena

Luis Rueda Maqueda, Luis de Marchena. (Marchena, 1920 – 1998, Madrid). Perteneció a una familia de cantaores. Su tío abuelo, El Tuerto Pollo, fue un gran saetero, y su hermano José también cantaba. Nació en la calle Harinas, en 1920. No comenzó a cantar profesionalmente hasta que cumplió un largo servicio militar ya que lo movilizaron con 18 años.

En 1944 se instala en Madrid. Lo hace porque su hermano José trabajaba ya cantando con la Niña de la Puebla. A partir de ahí realizó giras con Pepe Marchena y con Canalejas de Puerto Real. Con Estrellita Castro recorrió diversos países europeos. Así estuvo hasta que se casó en 1957. A partir de entonces deja de hacer giras pero sigue trabajando en los tablaos de la capital como Zambra, Villa Rosa, el corral de la Morería y Torres Bermejas, entre otros; también actuó en las Ventas de carretera donde celebraban espectáculos flamencos, lo que se llamaban reuniones de cabales. En 1981 se retira porque se encontraba ya cansado.

En los primeros años se anunciaba como “Niño de Rueda” porque ya había varios artistas que llevaban el sobrenombre de Marchena como Luquitas de Marchena (marido de la Niña de la Puebla) y Matías el Marchenero (su hermano José). A partir de los años 50 será conocido definitivamente por Luis de Marchena.

CURIOSIDADES

Durante los años del franquismo, para poder actuar profesionalmente, en tablaos y teatros, había que tener el carnet de artista que se conseguía pasando un examen con un tribunal de cada especialidad artística. El documento lo expedía el sindicato de espectáculos y había que renovarlo cada 5 años más o menos, hasta que desaparecieron los sindicatos verticales de Franco. Este fue el último carnet profesional que tuvo, luego ya dejó de existir este requisito. Se trata, por lo tanto, de un documento histórico.

Por otra parte, en los años 40 y 50, incluso hasta los 70, había la costumbre de vender cancioneros. Eran recopilaciones de los cantes que los artistas realizaban en los espectáculos y se vendían en las puertas de los teatros y en kioscos de las ciudades en las que se presentaban los espectáculos flamencos e incluso muchos ciegos se dedicaban a venderlos ya que en aquellos primeros años no existía la ONCE.