Orígenes remotos
El Flamenco en sentido estricto nace en la Baja Andalucía a principios del siglo XIX, pero recibe influencias directas e indirectas muy anteriores:
El primer antecedente lo encontramos en las Puellae gaditanae, bailarinas famosas en Roma con sus “traviesos y retozones pies, sus castañuelas de metal y su cuerpo ondulado suavemente…” (Marcial, hacia el 74 a. C.)
Manuel de Falla resalta influencias orientalizantes en la música española anteriores a los árabes, tanto la liturgia bizantina como la mozárabe y visigótica.
Igualmente existe un nexo entre la música negra, con frecuencia pasada por América, y el flamenco.
La aportación gitana, a partir del siglo XV, será fundamental y en el siglo XVII, la minoría morisca se unirá a los gitanos para evitar su expulsión. La fusión de ambas minorías también influirán en la gestación del flamenco.
Igualmente importante será la influencia del Nuevo Mundo en el flamenco desde sus orígenes. En este caso serán movimientos de idas y vueltas.
Orígenes próximos
La zona donde se dan las circunstancias para que surja el flamenco es el triángulo Sevilla – Cádiz/Jerez – Ronda.
Sería el pueblo gitano, con su sentido fatalista de la vida y su temperamento excepcional para el arte, el que uniría todas las influencias anteriores en la Bahía de Cádiz. Un hecho destacable es la gran redada que se produjo en 1749 en la que muchos gitanos de Andalucía la Baja pasaron al arsenal de la Carraca en la Isla de San Fernando.
A finales del siglo XVIII como reacción al extranjerismo se pone de moda el casticismo (los manolos y las majas): el folclore se reinterpreta con gitanización.
Será en estos momentos cuando con la fusión de la profunda queja del gitano con la guitarra y el folclore surgió el flamenco, fruto de la genialidad de algunos artistas como: Tío Luis el de la Juliana, Antonio Monge el Planeta, Lázaro Quintana, José Cantoral, Antonio Ortega el Fillo y Tomás el Nitri, entre otros.