Gitanos de la «Plaza Arriba»

Asociación Cultural por el Patrimonio de Marchena

Quien ha conservado la esencia, a quien debe el flamenco su mayor protagonismo es al pueblo gitano. Han sabido conservar su pureza y lo han atesorado desde su llegada a España hasta nuestros días. Se transmitió entre clanes familiares con pulcritud y recelo.

Uno de los núcleos donde se dio guardia y custodia a este arte no fue otro que LA PLAZA DE ARRIBA de Marchena.

En los siglos XVI – XVII, los Duques de Arcos lanzan una proclama para ampararlos y para que aportasen su musicalidad a las fiestas mayores, además del servicio que daban a la agricultura y ganadería. Eran tratantes de ganado, herreros, esquiladores, herradores, hojalateros, canasteros….

Desde finales del XVIII sabemos que muchas de estas familias ocupaban el entorno de la Plaza Ducal. Con la invasión napoleónica las las viviendas de la Plaza Ducal fueron desalojadas por las tropas francesas. Tras su marchan fueron abandonadas. Muchas de estas viviendas serían ocupadas por familias gitanas.

Dicen las crónicas que desde finales del XIX y primer tercio del XX venían famosos como Manuel Torre, La Niña de los Peines, Antonio Mairena…., estudiosos del flamenco, a escuchar los cantes originales de la Plaza Arriba. Porque en Marchena se cantó, se tocó y se bailó como en el mejor de los sitios del orbe flamenco.

En palabras de Juan Reyes Jiménez, Juanillero: “Éramos una gran familia, nos ayudábamos en las cosas cotidianas, a la hora de alimentarse y, cuando alguno hacía un buen trato invitaba a sus “primos” a celebrarlo y allí se cantaba y retroalimentaban los cantes”.

Hasta los años setenta del pasado siglo XX, en que fueron reubicados en otros lugares de la localidad (pisos de Olmedo y Avenida, viviendas sociales cerca del cementerio y Alameda), la Plaza Arriba fue un semillero de artistas: La Gilica, Juan el Cuacua, El Titi, Miguel de Marchena, Melchor, Enrique o Juan el Caeno entre otros.

Tras la rehabilitación de las viviendas de la Plaza Ducal, muchas familias gitanas volvieron a habitar ese lugar, que siempre ha sido de su agrado.

JUAN EL CUACUA

Juan Jiménez Reyes, “Juan el CuaCua” nació en Marchena, en la Plaza de Arriba, el 17 de enero de 1902. Descendiente de una línea de artistas gitanos. Hijo de la Gilica y de Juan Jiménez el Chindo, tío de Melchor de Marchena.

Desde niño escucharía a sus mayores en las fiestas que se celebraban en la Plaza Arriba (candelas, potajes y ollas), pero sobre todo aprendería de su madre la Gilica de Marchena.

Se desconoce la trayectoria artística de su juventud, teniendo todos los mimbres para haberse hecho famoso. Muchos de los musicólogos que han estudiado sus pocas grabaciones destacan en su voz:

  • Un eco muy flamenco.
  • Un jipío y una enorme emotividad.
  • Utiliza pequeños alivios para que la carga emotiva y la “jondura” no decaiga.
  • Una técnica impecable.

Entendemos que en su juventud recorrería pueblos y ciudades de Andalucía, ya que en 1938 aparece cantando en el teatro Rialto de Madrid acompañado a la guitarra por Paco el Lorquino. Ese mismo año le localizamos en el cine Durruti acompañado a la guitarra por Perico el del Lunar, que dirigiría la primera Antología del Flamenco.

Sus grabaciones son escasas:

  • Fandangos en disco de pizarra poco antes de la Guerra Civil.
  • Martinetes en 1936.
  • Seguiriyas y soleá en EPs.

Durante su madurez coincidiría con la Ópera Flamenca, lo que le llevaría a ser olvidado. A partir de la década de los 60 muchos aficionados buscan sus grabaciones y José Blas Vega lo incluiría en el CD 50 años de Flamencología. En 1967 actuó en la Primera Fiesta de la Guitarra de Marchena, junto a grandes figuras.

El mundo flamenco se ha rendido a sus martinetes y seguiriyas, sería también un gran saetero. Además el Cuacua fue uno de los cantaores que mejor lo hizo por soleá, seguramente de escuchar a Manolo el Chindo.

Eran los tiempos en los que en la Plaza de Arriba se cantaba de una manera muy especial, donde acudía la élite del flamenco a compartir y aprender el estilo que imponía la gitanería de nuestro pueblo.

LA GILICA PRESUMÍA DE QUE SU HIJO JUANITO, EL CUACUA, ERA EL MEJOR CANTAOR DE LA PLAZA ARRIBA.

EL TITI DE MARCHENA

Manuel Fernández Fernández, “Titi de Marchena”, nace en Marchena en 1891. Pasó toda su infancia en la Plaza de Arriba aprendiendo a tocar la guitarra con su tío el Lico, padre de Melchor. También aprendería a bailar viendo y aprendiendo sobre todo de su primo Juan el Cuacua y su tía la Gilica.

Acompañó a grandes cantaores en el Café Cantante Siete Puertas, como el Carbonerillo. Más adelante le tocaría a Tomás Torre, María la Moreno, el Gloria, la Sordita…

El año 1924 acompañó a Vallejo a Algeciras, conociendo a Corruco de Algeciras al que acompañaría en los escenarios hasta la muerte de este en la Guerra Civil.

Se casó en Algeciras con Francisca Vega Arroyo, prima de Bernarda Molina Vega, la esposa de Tío Parrilla de Jerez, quedándose definitivamente a vivir en este lugar.

Vallejo siguió visitando Algeciras y buscaba al Titi para que lo acompañara por toda la comarca y por el Norte de África alcanzando gran popularidad.

La prensa decía que los cantaores se lo rifaban cuando venían al campo de Gibraltar porque estaba considerado uno de los grandes tocaores de su época. El periodista Manuel Flores Narváez dijo que “era uno de esos pocos tocaores completos de los pies a la cabeza”.

A principios de los treinta aparece en un cartel de la plaza de toros de Granada con Juanito Valderrama, Pepe Palanca, el Peluso…. El cartel lo anunciaba como excelente tocaor. También actuaba por esas fechas en tablaos de la Línea y de Algeciras.

La postguerra no fue buena para nadie y el Titi solía ir a Sevilla a la Venta del Charco de la Pava donde acompañaba a Jarrito, el Sordo, Caracol, Mairena… En los cincuenta se le veía junto a los flamencos Chaleco y Carmen Heredia.

Tenía una calidad depurada. Era un prodigio improvisando y para cubrir los tiempos muertos al cantaor. En sus manos prodigiosas las cuerdas bailaban un son sublime, majestuoso de calidad esmerada y con gran sentido de acompañamiento.

También fue un gran bailaor. Su baile era de una pureza sin igual, sobre todo en las bulerías.

Donn Phoren, un americano que amaba el flamenco y conocía a Paco de Lucía diría: ”El Titi de Marchena enseñó muchos secretos a Antonio Sánchez Pecino, padre de Paco de Lucía”.

En los últimos años acompañaría al Chaqueta, Al Flecha, al Jarrito, al Brillantina en muchas veladas en el cabaret El Pasaje Andaluz. Murió en 1953 en Algeciras.

EL CAENO

Juan Pliego Fernández, “El Caeno”, nació en Marchena el 1 de octubre de 1933 en la Plaza de Arriba de Marchena, donde se crió junto a los Juanilleros, los Torres, los Melchores, los Cortés, los Heredias. Hijo de padre payo y madre gitana. Nieto del Titi de Marchena (guitarrista) por parte materna, y de la Rubela (bailaora) por parte paterna. Se casó con Desamparados Sánchez Romero y tuvo siete hijos.

Los años de niñez, en postguerra, fueron de miseria y hambre, teniendo que ayudar a la familia ejerciendo labores agrícolas, pero a la vez se fue impregnando de los valores del flamenco, que hasta los años 70 se seguiría fomentando en las reuniones y fiestas que se celebraban en la Plaza Arriba.

Desde pequeño se sintió gitano, cantó como gitano y lo llevó a gala. Capaz de manejar todos los estilos del flamenco, la soleá, los tangos, las seguiriyas, martinetes, granainas, los fandangos y especialmente la saeta (saetas populares, por martinetes y carceleras).

Logró más de una docena de premios. Era un cantaor largo pero se sentía más a gusto con los cantes más profundos, no era muy dado a los cantes de fiesta, bulerías, alegrías, tangos…. Decía que cantaba para él “…para sacar desde sus adentros esos sentimientos que le hervían en su interior”.

Admiraba a los Torre (Manuel y Tomás), Mairena, Caracol y a los Pavones. Sin embargo, Juan tenía su estilo propio, cantaba con aires de gitano y con voz de payo. Pero no supo aprovechar el tirón que tenía, tal vez por la carga familiar…”había que comer todos los días”.

En su juventud se recorrió las peñas que se popularizaron y fomentaron el flamenco. Asistía a eventos flamencos en festivales y ferias, pero cada vez se fue apartando de estos eventos porque decía que su cante no se adecuaba a ellos, su cante era más profundo donde el público escucha con exquisito silencio. También se fue apartando de juergas en las que iba contratado, no quería sentirse manipulado ni supeditado a los caprichos de cuatro duros. Prefería su orgullo, su pobreza y cantar para los suyos.

Cantaores como Mairena, Menese y otros, que pasaron por la Fiesta de la Guitarra y reconocieron su valía, quisieron llevarlo en su compañía entre los años 70 y los 90. Durante muchos años colaboró en programas municipales para el fomento del flamenco.

En la Fiesta de la Guitarra era un colaborador fijo compartiendo cartel con grandes figuras como Camarón, Chiquetete, Menese, El Lebrijano, Aurora Vargas, Merced, Los Mairena, El Cabrero…., siendo acompañado por Tomatito, Enrique de Melchor, Paco Cepero José Luis Postigo y Manolo Cobano. En 1981 la crítica de ABC sobre la fiesta de la Guitarra diría de él: “Lástima que este gran cantaor no se prodigue más fuera de su tierra”.

Murió en Marchena el 10 de julio de 1998.