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Retablo de los llamados de cascarón, por adaptarse a la cabecera de la nave central. Está formado por tres cuerpos, ático y remate, a modo de crestería, con una ornamentación vegetal con cabezas de ángeles.
El cuerpo central lo ocupan tres hornacinas separadas por dos grandes columnas de orden compuesto, dedicada la central al Cristo de la Santa Vera Cruz, la de la izquierda a la Virgen de la Esperanza y la de la derecha a San Juan Evangelista. A esta misma altura, en los extremos, una imagen de San Pedro, a la izquierda, y una de San Pablo, a la derecha.
En el centro del banco del retablo un manifestador acoge al Sagrario con el relieve del Cordero Místico y en el ático un grupo escultórico representando el Hallazgo de la Santa Cruz por Santa Elena.
En el remate un relieve de la Santa Faz. Y repartido por el retablo ángeles atlantes y tenantes de cuerpo entero y en los extremos del ático dos ángeles lamparios.
Todo el conjunto está realizado en madera dorada, policromada y estofada y por sus elementos, tanto estructurales como constructivos y decorativos se enmarca en el barroco tardío, prolongación del churrigueresco como pionero del rococó. Predominan las líneas curvas, aparición de estípites y materiales creadores de espacios fingidos (espejos).
Aparece una inscripción sobre el banco con el año de ejecución: «SE ACAVO ESTA OBRA DE MADERA I DORADO SIENDO DIGNI(SI)MO RECTOR DN NICOLAS DE LA CORT(IN)A. SE HIZO SIENDO RECTOR DN JUAN GALINDO, FISCAL DON IGNACIO SEGURA I JOSEPH HIDALGO MAIODORMO DN MIGUEL DE LA MADRID ESCRIVANO EL AÑO 1.759 (perdido) DE (perdido)» . Atribuido a Tomás Guisado «el Joven».
La imagen del Cristo de la Santa Vera Cruz está atribuida a Roque Balduque (1500 – 1561). La hornacina que lo alberga mantiene elementos del primitivo retablo de 1622. La Virgen de la Esperanza es una imagen de candelero, de autor anónimo. Por sus rasgos estilísticos se puede argumentar como obra barroca de la escuela sevillana del s. XVIII, acercándonos a su primer tercio por enseres que estrenó en la Semana Santa de 1724 donde se menciona esta advocación. La imagen de San Juan Evangelista, también de candelero, es de autor anónimo y enmarcada en el siglo XVIII. Las tres hornacinas se enmarcan entre estípites.