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El retablo del Cristo de los Peligros consta de tres cuerpos y tres calles, con decoración de hojarasca y estípites. Sobre el banco del retablo se apoyan los estípites que flanquean la hornacina central. En las entrecalles aparecen, sostenidas por ménsulas, dos esculturas de San Antonio y San Francisco de Paula. Anteriormente se exponían las esculturas de San Pedro y San Juan, obras de Tomás Antonio Balcedo, de 1757.
En el ático se encuentra un lienzo con la Virgen del Carmen auxiliando a las ánimas. La talla es a base de hojarasca y hoja de cardo de bastante relieve. El modelo de los sencillos estípites ha sido vinculado con las obras de Tomás Guisado el Viejo.
El crucificado es una obra de bastante calidad que responde a la producción de la escuela sevillana del segundo tercio del siglo XVI. Se observan rasgos muy comunes de la escultura de esos momentos: su estilizada figura, el ajustado paño de pureza policromado y estofado muy sucintamente, la expresión dolorosa, la barba y los perfiles afilados.