San Juan: Retablo del Sagrario

Asociación Cultural por el Patrimonio de Marchena

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El retablo es fruto del fervor eucarístico que se genera como reacción a la Reforma luterana y también como expresión de las nuevas formas de devoción al sagrario. Está fechado, documentalmente, entre 1558 y 1560, que corresponde a los últimos años del famoso Concilio de Trento con el que se inicia la Contrarreforma católica.

Los autores principales son el entallador Bartolomé Ortega y el escultor Roque Balduque. A Bartolomé Ortega se le debe la ampliación de los laterales del retablo y a Roque Balduque la Cena y las figuras. El conjunto de las esculturas fue dorado y estofado por Antonio Rodríguez, habitual colaborador de Balduque.

En las calles laterales se disponen cuatro esculturas de los Padres de la Iglesia: San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio y Santo Tomás, que vienen a mostrarse como propagadores de la devoción eucarística y guardianes de la ortodoxia. En el centro un relieve de la Última Cena. Tanto las esculturas de los Doctores como el relieve central de la Sagrada Cena muestran el estilo habitual en las obras de Roque Balduque, plegados angulosos, mantos y telas pesadas que caen sobre los pies, terminaciones triangulares y formando guedejas y gestos manieristas sin olvidar cierto aire tardogótico. Bajo el relieve de la Última Cena se sitúa una pintura sobre lienzo con la Inmaculada de fines del s. XVII.

Las tablas de la Anunciación deben ser restos del retablo mayor primitivo, fechables en torno a 1500. Este tipo de retablos fue bastante común en la época, pero han sido frecuentemente sustituidos con posterioridad, por lo que constituye un documento excepcional. Se conserva otros en San Pedro de Arcos de la Frontera y en Santiago de Écija. La iconografía es aún medieval, derivada de grabados centroeuropeos.

El conjunto del retablo muestra la convivencia de formas tardogóticas con manifestaciones del primer manierismo, que tiene sus precedentes en los laterales del retablo de la catedral de Sevilla. A comienzos del s. XVIII el retablo fue dorado de nuevo y las esculturas restauradas, con lo cual han perdido modelado y definición de líneas.