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Tanto la iglesia como el coro bajo están decorados con grabados de diferentes épocas. Están agrupados en marcos de madera, protegidos por cristal y rodeados con molduras de escayola y colocados por muros y bóvedas.
La colección de grabados fue una donación que realizó la duquesa de Arcos, Da Guadalupe de Láncaster y Aveiro al propio convento dentro de un conjunto de otras donaciones como joyas y libros. Los grabados son obra de muy diferentes autores destacando Durero, Mariete, Callot, Goberl, Goztier, Amlina.
Igualmente se pueden observar sendas imágenes de la Virgen de Guadalupe en óleo sobre lienzo del siglo XVIII, en el muro que separa el coro del resto del templo por encima de la reja que divide ambos espacios.